10 de noviembre de 2008

La rebelión perpetua del funcionario.

La vida de antes de la fotocopiadora.

Bartleby, El escribiente.
Herman Melville.
Nórdica Libros
79 paginas encuadernadas lujosamente.

Escribir dos mil caracteres sobre un libro que no pasa los diez mil parece una insensatez, incluso preferiría no hacerlo, pero sobre Bartleby de Melville hay algo más que una enciclopedia. Las vidas opacas y mínimas en una oficia de copiadores se ha transformado en cientos de metáforas, lecturas e interpretaciones, sobre todo en una época en que el desprecio al funcionario es un hits.
La nueva versión ilustrada dramáticamente por Javier Zabala, que presenta Nórdica Libros es un portal a ese extraño mundo de hombrecitos grises que entregan la vida a la clasificación y transcripción metódica de documentos legales, claro, hasta que llega Bartleby a presentarles su maravillosa pancarta rebelde, la negación de si mismo: “Preferiría no hacerlo”.
El escritor español Enrique Vila Matas utilizó el personaje, que Melville creó en el siglo XIX, para representar a todos esos escritores que de pronto detuvieron su oficio. Salinger, Pinchon y Juan Rulfo padecieron del síndrome Bartleby y se abstuvieron de continuar el sendero que el mundo literario les imponía, escribir y publicar uno más.
Nadie sabe muy bien que pasa por la cabeza del oficinista que trabaja en Wall Street, y nadie logra detener su silenciosa pero obstinada consigna que amenaza al mundo productivo de la eficiente oficina. El jefe ve como todo el peso de su autoridad no hace mella en el rebelde. Ni las penas del infierno que alcanzan el despido, y al que Bartleby responde una y otra vez, quizás solo un poco más cansado: “Preferiría no hacerlo”.
Cómo se arma una breve novela repitiendo la misma frase en no más de 20 páginas, con un personaje sin vida, con pasado y futuro inciertos, sin balas de por medio, sin arrebatos histéricos de los típicos clichés norteamericanos, con la única y poderosa idea de seguir respirando sin hacer nada.
Herman Melville inventó también a ese puñado de hombres entregados a la voluntad del capitán de un barco ballenero en busca de un cetáceo blanco, lleno de retórica divina y con todas las miles de páginas que contiene Moby Dick. Es todo lo contrario de la precisión y austeridad de Bartleby. El escritor se burla y desprecia a si mismo. El escribiente que hace miles de copias perfectas de obras monumentales, y pequeñas joyitas, muere sin redoble de tambores y es sepultado un día cualquiera en un cementerio cualquiera a unas pocas cuadras de su querido “preferiría no hacerlo”.
Las interpretaciones siempre son el privilegio del lector, a pesar de la obsesión psicoanalítica por hacer nos creer que Melville odiaba a su padre y deseaba a su madre. En esa insurgente rebeldía de no hacer lo solicitado Bartleby debió tener más poleras que el Che Guevara y el Sub Comandante Marco, sobre todo por que nace en Wall Street, por que usa más ropa y discursea menos que Gandhi y por que tarde o temprano se convierte en el personaje más admirado por los grandes escritores que se hartan de escribir.

Sobre el uso y abuso de Bob Marley

Exodus
Bob Marley & The Wailers
Libro + Cd

Si te faltaban fotos para completar tu colección de retratos de Marley en tu dormitorio no debes perderte esta delicada edición especial del 30 aniversario de la publicación de Exodus. Aquí encontrarás a Marley contemplando el oeste, a Marley contemplando al sur, e incluso, a Marley meditando. Tres fotos de Marley en contrapicado y dos en bicicleta. También está Marley luchando a favor de la igualdad en el avión camino a Nothin Hill.
Esta edición de lujo de cómo se gesto Exodus es solo para fanáticos.

Trivia para Nerds

Cien libros chilenos
Álvaro Bisama
Ediciones B
313 páginas

Es tarde y se acaban las cervezas. Nuestros amigos cronistas y escritores no quieren irse a casa. Entonces, el más creativo suelta la idea: ¿Cuáles son tus libros chilenos imprescindibles?. He aquí la lista arbitraria y caprichosa del Comelibros del Mercurio, Álvaro Bisama.
Son quinientos años de historia sometidos al filtro de un lector compulsivo que no pasa los cuarenta. Las sospechas de la legalidad de la selección quedan absueltas una vez sobrepasado el prólogo, o justificativo. Es un artificio editorial que sirve para acrecentar el polvoriento acerbo de literatura nacional y también como juego de trivia para nerds instruidos.
Están casi todos los que leímos a punta de azotes en el colegio, y la mayoría de los que disfrutamos en la adolescencia y que hoy nos averguenzan, no hablo solo de Fuguet. Están todos los que se ganaron los aplausos de la academia a punta de cuidados y soporíferos malabares estéticos, y no hablo solo de Donoso. Hay varios de esos libros inolvidables que en este minuto no recuerdo y también esta el finado Bolaño como estandarte de la narrativa latinoamericana actual.
La descripción de los libros es tan ambigua como la selección. El argumento de Bisama sirve tanto para descartarlo como para acogerlo, pero es informativo, entrega datos de la época de publicación y una que otra anécdota del autor.
Los Cien libros chilenos asume el karma de la fiebre originada por el Bicentenario de la República, y como tal corre el riego de ser solo el síntoma de una obligación por cerrar el “item cultura” programada por el comité.