4 de agosto de 2007

Paisaje bioamoroso para feas.


Ni todo lo predecible de los cuentos de amor se compara con lo predecible del resto de las buenas historias universales. No es que siempre el bien triunfe sobre el mal, no es que la épica y la construcción de universos paralelos sea aburrido, pero el enigma de una buena historia de amor es insondable.
Saber si el protagonista conquista o abdica de la doncella atrajo hasta los tipos más insensibles que he conocido, si hasta Hitler tenía historias de amor, incluso mi padre. Los buenos cuentos, aun sean de los géneros más alejados de la sensiblería romántica contienen un duelo por la chica, un amor imposible, un marciano con la terrícola, un pobre con la adinerada, rica bien rica.
Pocas veces es la fea con el lindo, generalmente es al revés, y cuando es al revés es una comedia. Hasta la literatura castiga a las desdotadas. Estimadas amigas feas al menos ustedes son simpáticas, con eso la mitad del cielo ya está ganado, pero no se busquen en los libros. No demos más trabajo a los psicólogos, aunque es buen negocio para todos.
Pero ustedes dirán quién es quien para definir a una fea. Obvio, el espejo, el sentido común. Hablo de las feas de cuna, no de las que por impertinencia del destino ven sus formas aturdidas. Hablo de las que insisten en buscar terapias faciales, de las que se maquillan como para casting de circo, de las que creen que la fealdad es un proceso reversible, de las feas optimistas, no de las feas asumidas y destinadas al éxito académico y político.
He leído un par de cosas y las feas siempre van en la pieza del fondo. La hermanastra, la madrastra y casi todas las ¨astras¨son feas. No así las gimnastas, no confundir, aunque también pudiera parecer una regla ortográfica para las feas. Todas las ¨astras¨y ¨astas¨son feas terminen como terminen.
Las feas, a diferencia de los feos, cada vez que triunfan o tuercen el destino es por un fracaso o un suicidio. En cambio los feos pudieren hacerse ricos o famosos y su condición cambia a ¨interesante¨, ¨tincudo¨ y ¨atractivo¨. Por otro lado ellas serían ¨feas con plata¨ y si consiguen un buen tipo serían ¨feas con cueva¨.
A veces los feos se convierten en escritores, en libreros, en fútbolistas y el arte los redime, al menos la sociedad les entrega cierta legitimidad a su feura. Pero no hay nada más cruel que la sociedad con las feas. Pudiéramos decir en su defensa que los cánones de belleza cambian de época en época, pero no nos engañemos amigos las feas siempre serán feas, aunque nos gobiernen.

No olviden de conseguir Alondra, de Dezo Kostolany. Una brutalidad de padres con una hija fea. Buena cocinera eso si.