24 de octubre de 2007
Sin Sangre
Después de todas las postergaciones posible asistimos a la representación teatral de la perfecta novela de Baricco. Toda la venganza, todo lo despiadado del texto, todos los malos y buenos tipos, ahora tienen una nueva lectura. Es otra traducción, otra mirada, y no es un juicio de valor. Solo es. Y no nos atormentemos con el original, es otra cosa. Tampoco es una inspiración libre de la venganza como tema. Pero las sensaciones son diferentes.
En medio del libro la venganza te corroe, se justifica, te resulta empática y deseable, la venganza como justicia. En el teatro es la compasión y el perdón, el deseo de que nada hubiera ocurrido. La idea de que todos somos víctimas y victimarios.
Lo sorprendente es la exposición de los actores, la producción verdadera y profesional. Tipos que se toman la pega en serio. Que no juegan al artista, que lo son. Es una experiencia. Es someterse a un tunel de emociones, que te hacen sentir una buena persona. Un poco como ir a misa después de 34 años de pecados bien vividos. Me entienden. Es una gran obra, pero me sentí demasiado bién. Pensé bien de todos menos de mi. Aun no se si se puede superar el odio tirando.
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