14 de noviembre de 2007
Carretera
La máxima expectativa de los personajes de Carretera de McCarthy es que mañana la temperatura tenga dos o tres grados más que hoy. Y es por la misma razón de aquellos que sienten que lo tienen todo, y en rigor no tienen nada.
De verdad que ya no importa quien cortó los arboles ni quien contaminó los ríos, ya no importa un carajo, solo se tiene el uno al otro para seguir buscando. McCarthy es una bestia, cada riesgo que asume el padre te hace temer por el niño y su soledad en un mundo acabado, y la muerte del niño ni decir.
Tantas veces repetimos que la ficción nos explica mejor la miseria humana y esta vez podemos decirle a Al Gore que su apocalíptica visión del próximo mundo tiene los mejores protagonistas en manos de la pluma más fiera y conmovedora, al menos de este año. No son más de docientas páginas bastante espaciadas por los diálogos.
En toda su magnitud Cormac da una clase de uso eficiente y breve de lo que debe doler y lo que debemos ignorar. Hacía rato que no me encontraba una historia que no me dejara en paz, que deseará concluir lo antes posible a pesar de que me asomaba al precipicio. Maldito Cormac McCarthy, la contundencia de su golpe llamado Carretera te deja insomne, te hace correr a tus hijos, te muerde, te saca un pedazo. No debiera ser necesario recomendarlo, debieras asumir que este puñetazo lleno de letras te convertirá en otra persona en el punto final, y creanme que no es hueveo, ni el más mínimo hueveo.
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