10 de septiembre de 2007
Estado de avance del Maestro.
Todos los que han requerido de una remodelación, en sus casas o lugares de trabajo, saben que enfrentarse a una cuadrilla de ¨maestros¨ es un acto valeroso. Después de esa experiencia comenzamos a gozar de las imperfecciones. Nos gusta el techo descascarado más que una semana de refacciones. Preferimos afrontar los riesgos de un peldaño suelto al diagnóstico de nuestro experto. Sabemos que en este ámbito las reglas de la productividad del mundo moderno no existen, es más, importan una raja. Ni los contratistas más profesionales se entienden en términos humanos con sus maestros, ni el arquitecto más solidario respeta al ser humano tras el jornalero.
De los grandes maestros del arte italiano, los nuestros solo tienen el ego, y probablemente la misma sed.
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