8 de agosto de 2007
Amar al enemigo
La novela de Gilles Rozier, casi como demostración divina del pecado, nos muestra lo peor que puede ocurrir cuando el amor es a todas luces inconveniente. Es el drama de la chica fácil francesa que se acuesta con el soldado de la SS porque le gusta él y sus beneficios. A la familia también le gustan los beneficios por eso la sutileza en las recriminaciones. El narrador es el hermano de la fácil. Un muchacho que contempla como violan a su hermana públicamente en castigo por ser la ¨puta de los alemanes¨, pero el siente que también es un puto, que guardó silencio cuando su hermana se tiraba al soldado y volvía a callar cuando se la tiraban en castigo.
Es bastante ruin. Muy lejana a la imagen del título, Un amor clandestino poco tiene que ver con el romance. Esta más cerca de la bestialidad Rusa de La Mujer de Berlín, o todos los desastres propios de la guerra que no tienen que ver directamente con el frente.
Una vez más observamos como los franceses enseñan su peor parte. Defensores de las libertades e igualdades sociales, siempre y cuando tengamos calefacción. Sonó muy facho?.
Si revisamos La Suite Francesa, de la Nemirovski tendremos la misma sensación y otros 348 títulos. Y nos quejamos del doble standar local.
Fotocopias
Uno de los factores que diferencian a los estudiantes contemporáneos de los más antiguos es la relación fraternal con las fotocopias. Desde la popularización de este artilugio todos los universitarios hemos usado y abusado de la copia, hasta el punto de que muchos ni siquiera consideran la adquisición de un libro. De ahí que los cuentos de Jhon Berger resultan paradojicamente atractivos.
¨Fotocopias¨ es la reconstrucción de pequeños instantes intrascedentes para la mayoría y una obstinación para el autor. También los veintinueve títulos de los cuentos son imágenes clavadas en situaciones poéticas que hacen del autor una persona. Al igual que al minuto de egreso de la universidad por razones de espacio nos cuesta liberarnos del almacén de hojas blancas impresas, ordenadas biográficamente por cada uno de nosotros, Berger acumula estas imágenes para reconstruir su vida a través de los otros. De sus fotocopias.
Es una buena recomendación que podemos sumar a un estilo de literatura breve y precisa que permite al lector dialogar fluidamente con quien escribe, comparando su vida con la nuestra, como cuando un amigo de viaje regresa para enseñarnos su paseo.
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