7 de septiembre de 2007
No soy un animal, soy un hermafrodita¡
Los raros son una corriente en la literatura contemporánea. Ya no es extraño encontrar toda clase de esperpentos genéticos en los autores más renombrados de los últimos 20 años. Eugenides en Middlesex es uno de los más leídos, porque también es muy concreto en su adefésica construcción. Pero apreciamos más a aquellos que nos demuestran que los peores monstruos existen en nosotros mismos. Los más logrados autores esconden imperfectas creaciones en niños y/o doncellas. Nuestro apreciado Sthephen King tiene una maestría en estos episodios. "La mitad siniestra" es uno de mis favoritos. Cómo un gemelo, que la naturaleza negó, dejó un porcentaje de su ser en el cerebro del protagonista. Luego de experimentar dolorosas migrañas comienza a ser visitado por un misterioso personaje, su hermanito diabólico que existe como un tumor en su cabecita. Jorge Diaz, indiscretamente, me comentó que al actor Julio Jung le extirparon una extraña masa, que diagnosticaron como un gemelo abortado, lo penoso es que su hermano venía conectado a su glúteo derecho. Las migrañas, en su caso eran puntadas, y el hermano diabólico era más bien jugueton. El adefesio Jung.
Cheever tiene su colección personal. Uno de los más admirables es el espinilludo de Falconer, ese que nunca tuvo una mina gratis. McCarthy aporta con el predicador de Meridiano de Sangre, un tipo que hace temblar hasta el más bravo de la Legua. Todos ellos unidos por la mala genética, o la mala sangre, como dirían en el sur.
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